Reino vs Religión: La Verdadera Libertad en Cristo

El evangelio del Reino permanece inmutable en su esencia, aunque a menudo se confunde con sistemas religiosos. ¿Cuál es la diferencia entre el Reino de Dios y la religión? ¿Cómo podemos experimentar la verdadera libertad en Cristo? Reino y religión son diferentes. Toda religión tiene ritos, ceremonias, reglamentos u ordenanzas que son impuestas a los que profesan una determinada creencia, que, en vez de traer paz, seguridad y calma, cancela la libertad con la cual Dios hizo al hombre desde el principio.

La Naturaleza Opresiva de la Religión

La religión impone cargas que ni sus propios líderes pueden llevar. Se manifiesta a través de:

  • Rituales y ceremonias obligatorias.
  • Fechas sagradas y penitencias.
  • Restricciones en comida y vestimenta.
  • Reglas externas que intentan producir cambios internos.

Dichas reglas consisten en tratar de cumplir al pie de la letra, un inventario de normas, según “divinas”, para poder ser aceptados entre sus comunidades de fe, así como también para sentirse justificados o perdonados. Algunas de estas reglas son, cumplir con días y fechas sagradas, pagar penitencias, realizar ceremonias de purificaciones, comer y beber ciertas cosas consideradas sagradas, o, abstenerse de comer y beber cosas consideradas inmundas. Dejar de usar cierto tipo de vestuario, para adoptar una nueva forma de vestir. Y como éstas, muchas más.

La Naturaleza Liberadora del Reino

Cuando analizas la vida del Reino, verás que por ningún lado la intensión original de Dios fue imponerle al hombre, cargas externas para producir una transformación espiritual interna. La religión trata de tapar con leyes externas lo que sólo el Espíritu puede transformar desde el interior. 

Como dice Pablo en Romanos 14:17, “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo». El Reino se caracteriza por:

  • Transformación interior por el Espíritu.
  • Libertad de las cargas religiosas.
  • Comunión viva con Cristo.

En otras palabras, el reino es del Espíritu y, por lo tanto, es espiritual. No tiene nada que ver con reglas, o leyes de hombres impuestas para oprimir a otro. Asimismo, comida y bebida habla de lo humano, de lo externo, de lo superficial.

Las Obras de la Religión vs. Los Frutos del Reino 

En cambio, justicia, paz y gozo, son elementos que sólo lo produce el Espíritu de Dios en el espíritu del hombre. Por esa razón, el reino de Dios tiene que ver con la impartición de un Espíritu en la vida del hombre, y no con artificios ejecutados por el hombre para tratar de agradar a Dios. Justicia, paz y gozo, son elementos divinos que nunca producirá la religión. Por el contrario, La religión produce:

  • Injusticia – Esclavitud y opresión.
  • Guerra – División y conflicto.
  • Tristeza – Amargura y resentimiento.

En contraste, el Reino produce:

  • Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
  • Libertad y plenitud en Cristo.
  • Transformación genuina del corazón.

La Obra Completa de Cristo

El capítulo dos de la carta de Pablo a los Colosenses, es contundente en decir que Cristo suprimió todo tipo de leyes, reglas, rituales y ordenanzas que los hombres han impuesto a sus semejantes. En el versículo diez el apóstol argumenta en decir que en Cristo estamos “completos”.

 “Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”. (Colosenses 2:10)

La expresión que se usa en el original griego es “pleroo”, que tiene la idea de hacer repleto algo. Rebosar algo que estaba vacío. Llenarlo hasta que se derrame. Es decir, si en Cristo no te hace falta nada, ¿Por qué imponer reglas, rituales u ordenanzas a los hijos de Dios para tratar de completar algo en ellos, que ya Cristo completó? Dejadme decirte algo, ¡solo Cristo es suficiente!

La Liberación Histórica de las Reglas 

El libro de Hechos capítulo 15 registra un momento crucial cuando los apóstoles reconocieron que no debían imponer cargas religiosas a los gentiles. Este acuerdo histórico estableció que la libertad en Cristo es superior a las ordenanzas humanas.

Colosenses 2:14 (VRA) “Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz”. Se demuestra una vez más que el evangelio es de gracia y por gracia, y no para desgracia.

Si alguien tuviera que cumplir con reglamentos de hombres para agradar a Dios o ser salvo, entonces sería un evangelio de obras y no de gracia. Bien lo dice Pablo, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios, 2:8-9).

La cruz es el inicio de un nuevo tiempo. Un tiempo de libertad. Ya lo profetizaba el Señor delante de los rabinos en la sinagoga al decir, “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor” (Mateo, 4:18-19).

Esa libertad plena entró en vigencia cuando él dijo, “consumado es”. Es decir, ya no hay leyes, cargas o reglamentos de hombres que te opriman, porque según colosenses, Cristo las anuló. La cruz quitó el peso. Quitó las obligaciones de ritos y reglas que los hombres debían cargar, porque al final, después de tantos intentos, no la podían llevar. En tal sentido, nadie te puede imponer leyes que ya Cristo quitó y anuló. Esas leyes estuvieron para un tiempo, pero no para el tiempo de la economía del Hijo.

Pablo le dice a la iglesia de Colosa, “No dejen que nadie los critique por lo que comen o beben, o porque no celebran ciertas fiestas ni respetan los días de luna nueva o de descanso. Todo eso no era más que la sombra engañosa de lo que estaba por venir. Lo real y verdadero es Cristo” (Colosenses, 2:16-17, TLA). Si ya tienes lo real y lo verdadero (Cristo), no necesitas nada más. ¿Por qué quedarse con la sombra cuando puedes tener la realidad de las cosas? Todo rito o ceremonia, es sombra, nada más. Quien camina en sombra tropieza. No ve con claridad. Pero quien tiene lo real y verdadero anda en luz. Si ya tienes la luz, no necesitas una vela para que alumbre tu entorno.

Los Apóstoles de Jerusalén oprimian a la Iglesia gentil  

El libro de los Hechos muestra con claridad como la iglesia y los apóstoles de Jerusalén, al principio, trataron de imponer leyes judaicas a los hermanos del mundo gentil. Desde el mismo Pedro hacia debajo, llegaron a perturbar a los hermanos con las obligaciones que exigía la ley. Pablo entendiendo la obra completa de Cristo en Cruz, reprendió públicamente a Pedro, por obligar a los gentiles a judaizar. Cosa que ni el mismo Simón Pedro podía cumplir.

Esto se parece mucho a la realidad de hoy. Hay quienes obligan a sus hermanos a cumplir con las reglas de la federación o concilio. Terminan celando más el incumplimiento de estas, que el fruto del Espíritu en la vida del creyente.

Gálatas 5:22-23 (TLA) En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, 23 ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto.

El acuerdo llegó. ¡No más reglas para los gentiles!

Hechos capítulo 15 desde el versículo 24, hasta el 35, nos muestra un acuerdo grandioso de libertad. Después de tanta controversia entre ellos, finalmente parece que los apóstoles, junto con la iglesia de Jerusalén, lograron comprender la obra perfecta de Jesucristo en la Cruz, al llegar a un acuerdo, el cual consistía en NO obligar más a los gentiles a guardar la ley mosaica.

24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley.

La persecución religiosa hacia la iglesia gentil era implacable. No había piedad para aquellos que no querían apegarse a sus costumbres. El escritor de Hechos dice que los hermanos judíos los perturbaban. Y como recordarás, hasta Pedro cayó en eso. Hasta que llegó un destello de luz en los apóstoles y ancianos de Jerusalén. Los versículos 28, 29, 30, y 31, son reveladores. Veámoslos.

28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotrosNO imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolosde sangrede ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. 30 Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; 31 habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación.

Me gusta como termina el versículo 29 cuando dice: “Pasadlo bien”. Imagino escuchar a un vocero de aquella reunión decir: disfruten su libertad en Cristo. No se preocupen por seguir nuestras tradiciones. De nuestra parte, ya nadie los perturbará. Hoy necesitamos seguir anunciando, que ninguna ley terrenal podrá transformar lo que sólo Cristo puede hacer.

Finalmente, el versículo 31 dice que los hermanos en Antioquía se regocijaron por la consolación de saber que ya no serían perturbados a causa de los ritos de la ley. Créeme que lograr ese pacto de paz no era poca cosa para un pueblo como Israel, que contaba con más de mil años, con un trasfondo de ritos y leyes. Pero el Espíritu los iluminó al punto de que levantaron las reglas que habían seguido desde los tiempos de Moisés.

Después de esto, no se conoce que surgieran disputas entre los hermanos de Jerusalén y la iglesia gentil. El evangelio se expandió mucho más y la iglesia crecía enormemente.

Pero la gran pregunta es, ¿POR QUÉ HOY EN PLENO SIGLO XXI, HAY MINISTROS QUE SIGUEN OBLIGANDO A LOS SANTOS A CUMPLIR CIERTAS ORDENANZAS DE LA LEY, CUÁNDO LOS MISMOS APOSTOLES SE ENCARGARON DE SOLUCIONAR ESO HACE MÁS DE DOS MIL AÑOS?

Puedo oír en el espíritu un grito de libertad ¡NO MÁS REGLAS PARA MIS HIJOS! ¡YO LOS HICE LIBRES DE TODA ORDENANZAS DE HOMBRES! Como está escrito en Gálatas 5:1: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”.

Comparte en tus redes

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *